Gaby y yo pasamos unos días maravillosos en Montreal pero teníamos que irnos a la Ville de Quebec y las últimas horas fueron muy agitadas, no sabíamos a que horas salían los autobuses y no quería comprarlos en linea por la flojera de verificar las salidas o el miedo de caer en el error de que compráramos un boleto y nos arribáramos a la central y el camión saliera de algún otro lado. AL fin pudimos hacer todo eso bien y disfrutamos de un paseo en el que íbamos en asientos separados porque iba muy lleno el camion.
Durante el camino mi mayor aliado fue mi libro del Club de las 5 de la mañana, el cual no podía dejarlo de leer; el viaje fue de tres horas, yo leo muy lento e inclusive algunas veces necesito releer partes, estoy aprendiendo a leer apenas a mis 34 años, ya lo había intentado antes pero mi forma de vida y mi forma de pensar me retenían. Aun así avance bastante en el libro y me ayudó a reflexionar bastante. En el camino había demasiados hermosos paisajes entre una ciudad y otra según Gaby, sin embargo yo iba anonadado entre los paisajes de mi imaginación y la puerta de crecimiento motivacional que este libro me estaba abriendo. Obviamente llegué a Ville de Quebec con otra forma de ver las cosas, como si me hubiera puesto unos lentes de rayos equis para que mi cerebro viera mi vida de otra forma.